Aplicaciones del cultivo in Vitro
En el número anterior vimos como podíamos iniciarnos en el cultivo in Vitro de plantas, a través de la disminución de las condiciones estériles requeridas gracias al uso de agua oxigenada. Una vez iniciados, veremos las diferentes aplicaciones que se le pueden dar a este tipo de cultivo, haciendo hincapié en las distintas técnicas de micropropagación.
Conclusiones sobre el uso de agua oxigenada Los recipientes se pusieron bajo una mezcla de fluorescentes de luz cálida y luz fría, con un régimen de luz de 20 horas al día. Los explantos no necesitan mucha luz ya que la mayor parte de los azúcares necesarios para su crecimiento se incluyen en el medio de cultivo en forma de sacarosa, por lo que una mínima actividad fotosintética es suficiente y el hecho de que los tarros tengan una tapa opaca no debería preocuparnos.
No se pusieron medios para la estabilización de la temperatura, pero esta se mantuvo entre 22 y 28 °C, siendo la optima 25 °C.
Tras cuatro semanas en estas condiciones no se observó ningún tipo de contaminación, ni siquiera en el tarro que no había sido esterilizado, aunque por otro lado el crecimiento de los explantos fue prácticamente nulo, en principio debido a que la cantidad de citoquininas producidas por los mismos al carecer de raíces y la baja cantidad aportada por la levadura de cerveza era poco más que suficiente. Seguramente hubiéramos obtenido una mayor tasa de crecimiento introduciendo alguna citoquinina sintética o induciendo el enraizamiento.
Tras 6 semanas ya se podía ver el crecimiento de nuevas hojas y se observaron indicios carenciales de magnesio y una ligera contaminación bacteriana en sólo dos de los tarros, por los que estos fueron desechados. Aunque el crecimiento de los explantos haya sido mínimo, el porcentaje de contaminación fue muy bajo, por lo que utilizando un medio más apropiado y añadiéndole agua oxigenada podría ser un método viable para la realización de cultivo in Vitro en el ámbito casero.
Aplicaciones del cultivo in Vitro
Inicialmente estas técnicas se utilizaron para la realización de estudios fisiológicos, observando las diferencias producidas al utilizar diferentes medios de cultivo y condiciones climáticas. Gracias a estos experimentos se pudieron determinar los distintos efectos que producían distintas concentraciones de reguladores del crecimiento; así una alta concentración de auxinas en relación con la de cito-quininas producía la formación de raíces (rizogénesis), al contrario fomentaba la formación de tallo (caulogénesis) y un equilibrio de las mismas daba lugar a la producción de callo, una masa de células sin diferenciar. Además, al retirar o reducir la concentración de auxina de un medio donde se estuviera cultivando callo, daba origen a embriones somáticos (embriogénesis), formados por una pequeña raíz y cotiledones, genéticamente idénticos a la planta de la que proceden.
Posteriormente se utilizaron para la obtención de plantas haploides (con un solo juego de cromosomas) a partir de partículas de polen y de plantas transgénicas, bombardeando masas de callo con fracciones de ADN (microbalística) o a través de la aplicación de bacterias modificadas de Agrobacterium tumefaciens, una bacteria capaz de introducir fracciones de su material genético en las células vegetales que infecta.
A través del cultivo de suspensiones celulares en medios líquidos se pudieron desarrollar los métodos para el cultivo de protoplastos, células que no poseen pared celular, y con los que se pudieron obtener los primeros híbridos somáticos, producidos por la unión de dos células a través del cultivo in Vitro, lo que permitía incluso hibridar entre sí especies diferentes. También se produjeron las primeras células cíbridas, formadas por el citoplasma de una célula y el núcleo de otra.
Otra aplicación que se desarrolló gracias a este sistema fue la producción industrial de metabolitos secundarios, compuestos orgánicos no necesarios para las funciones primarias de un organismo como son el crecimiento y la reproducción. En el caso de las plantas estos compuestos pueden dividirse en tres grupos:
– Terpenoides, como el THC o los terpenos que forman los aceites esenciales.
– Alcaloides, como la cocaína, la morfina, la triptamina o la atropina.
– Compuestos fenólicos,
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